Naturaleza es templo de vivientes pilares,
de donde el aire arranca misteriosos nombres,
y es un bosque de símbolos que, cuando andan los hombres,
dejan caer sobre ellos miradas familiares.
Como ecos diferentes que en el espacio ahonden
hasta hallarse en el ápice de una rara unidad,
vasta como la Noche y la diafanidad,
colores y sonidos y aromas se responden.
Y así hay perfumes frescos como carnes de infantes
verdes como praderas, dulces como el oboe
y los hay, corruptores, ricos y triunfantes,
de una expansión de cosa infinita embebidos,
como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe
que cantan los transportes del alma y los sentidos.
Baudelaire
Cada lunes, siempre a mi alma le respondes.
R
❤️️ Muchas gracias. Un enorme abrazo querida Rossana.