Aquellos sueños que me acompañaron en la infancia me brindaron la oportunidad de transitar de un universo a otro, como en un agujero de gusano, que solo yo podía atravesar. Soñar es un acto tan creativo, tan extraordinario, que cuando comprendí la felicidad que me podía aportar, cerrar los ojos ya no significaba oscuridad sino magia, posibilidad.
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Allí, entre aquellos libros, periódicos encuadernados, y palabras escritas con su pluma de tinta azul turquesa, tuve mi primera epifanía. Era un papelito, un pequeño recorte de revista que hallé entre las páginas de uno de sus libros. En el lado izquierdo: la fotografía de un ramo de rosas rojas. A la derecha, en letra inglesa, estas palabras: «Siempre queda algo de perfume en la mano que da rosas. Proverbio Árabe.» Y entonces supe que ese era su legado.
Rossana Zaera. De Varíkino a Peredélkino. Booktrailer